Los restos de la muralla, conocida con el nombre de Hutt Shebib, fue
observada por primera vez por el embajador británico en Amán, Alec
Kirkbride, que la vio desde la ventanilla del avión, informa el portal Lenta.
Recientemente,
un equipo internacional de arqueólogos examinó la muralla mediante
fotografías aéreas y sus resultados, han sido publicados en la revista 'Zeitschrift für Orient-Archäologie', aunque los científicos hasta el momento no han podido averiguar mucho.
Desconocen, por ejemplo, quién la construyó y con qué función.
A
juzgar por los fragmentos de cerámica encontrados, su antigüedad se
remonta a cualquier momento entre la época del reino nabateo (siglo III
a. C.—106 d. C.) y el califato omeya (661—750 d. C.).
Su altura no era superior a un metro y medía tan solo 50 centímetros de ancho, pero se extendía a lo largo de 150 kilómetros. Junto
a las ruinas de la muralla, los arqueólogos también encontraron un
centenar de torres que podrían haber tenido varias funciones. Algunas se
habrían utilizado para refugiarse por las noches y otras, como puestos
de guardia.
Según los científicos, la muralla no fue erigida por
los grandes Estados, sino por las comunidades locales. También creen que
no la construyeron con objetivos defensivos, ya que era demasiada baja y
estrecha como para ofrecer protección. Probablemente servía para
delimitar las tierras de los agricultores de la región.
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