En 2008, los reguladores de los países desarrollados salvaron al
mundo del colapso financiero total gracias a la política de expansión
cuantitativa (QE) y las tasas de interés cero, que en aquel entonces
eran unos instrumentos innovadores. La Reserva Federal logró aportar
liquidez a los mercados y descongeló los mercados de crédito.Poco antes de la primera subida de la tasa de interés, que se mantuvo en cero más de 7 años, el dólar comenzó a crecer,
derrumbando las materias primas y los mercados en desarrollo, de modo
que ahora los bancos centrales están desesperados por encontrar nuevos
mecanismos para acelerar la inflación y el crecimiento económico. En los
países desarrollados, las tasas de interés ya están en cero. Inflar los
balances de activos y recurrir a la QE se hace cada vez más difícil,
mientras que las tasas negativas tampoco satisfacen al mercado. "Los
inversores tienen serias preocupaciones de que los bancos centrales no
pueden más", concluye el portal.
En dos años, los precios del petróleo han perdido más del 75 por ciento.
Los países productores se ven obligados a recortar los presupuestos,
mientras que las compañías reducen los salarios y el personal. No
obstante, el problema de oferta excesiva continúa. Los expertos afirman
que el mercado de acciones no tiene que pasar inmediatamente al
crecimiento, sino que sería suficiente que se forme un fondo en base al
cual se podrían planear las inversiones en valores. Sin embargo, según
los últimos datos, incluso los niveles de 26-28 dólares por barril
pueden no ser el mínimo.
El crecimiento económico se ralentiza también en EE.UU., donde se trata
de una recesión industrial. También aparecen señales de ralentización en
el sector de los servicios, que constituye la base de la economía de
EE.UU. De este modo, crece el riesgo de que EE.UU. vuelva a provocar una
recesión casi global como en 2008. Es probable que los reguladores
tengan que financiar unos paquetes de ayuda multimillonarios
directamente a las compañías, como en la crisis anterior, ya que las
tasas de interés y otros instrumentos del mercado financiero ya no
ayudan.
Tan solo esta semana las cotizaciones de los bancos europeos han caído
un 10 por ciento, mientras que la caída total desde principios de año es
del 30 por ciento. El peligro principal proviene del Deutsche Bank,
cuya posición en el mercado de derivados, según distintas estimaciones,
varía entre 65 hasta 75 billones de dólares con un capital propio de tan
solo 60.000 millones. Algunos expertos ya califican esta relación de
una "locura" comparándola con el tristemente conocido Lehman Brothers.
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