Hace tiempo que estás haciendo dieta y ejercicio pero no logras alcanzar el peso deseado.
Has
variado la alimentación y cambiado la rutina en el gimnasio, eliminado
muchos alimentos considerados “negativos” y sigues al pie de la letra
las indicaciones del médico y del entrenador. Entonces, ¿cuál es el
problema?
Malos hábitos que no te dejan adelgazar
Dejemos de lado por
un instante la dieta y el ejercicio. Supongamos que cumples con ambos,
así que ese no es tema de discusión. No obstante, hay otras rutinas que haces a diario que no te están permitiendo llegar al objetivo.
Es cierto que no podemos pasarnos todo el día leyendo etiquetas y
haciendo cuentas con la calculadora, pero el hecho de no conocer
siquiera el aproximado de calorías que se añaden en cada ingesta puede
ser peligroso.
Mirar la televisión mientras cenamos es una muy mala idea, porque el cerebro no tiene la capacidad de indicar cuándo el estómago está satisfecho. Lo mismo sucede si leemos el periódico o un libro.
Vas al supermercado y eliges todo lo que tenga etiqueta verde y diga “0%”, “light” o “sin grasas”. Quizás eso sea lo que está evitando que adelgaces.
Nos dicen que podemos consumir un plato de pastas en el itinerario de la
dieta. Si no se nos indica la cantidad de esa comida… ¡podemos hacer
trampa!
El insomnio y el estrés son los peores amigos de las dietas.
Cuánto menos duermas, más comerás. No solo porque permanecerás más
tiempo despierto (y puedes atacar la nevera más veces), sino porque el cuerpo necesita el descanso para restablecerse y recuperarse de lo hecho en el día.
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