Allí está, desde muy temprano. Siempre antes que tú, ya lo has visto más
de una vez. No solamente cuando te toca comprar, sino todos los días.
Lleva sus bolsos y su butaquita y parece controlarlo todo frente al
almacén de los chinos con su celular. Lo peor es que no está solo, lo
acompaña un grupo que parece una jauría. Temes que se lo lleven todo
para venderlo no muy lejos de ahí. “¡Estos bachaqueros!”, se queja esa
señora detrás de ti, “siempre se las ingenian para dejarnos sin nada”,
expresa resignada.