Uno de los mejores
aliados de la salud de nuestro hígado es un cardo de enormes proporciones, el
conocido como cardo mariano. Sus frutos, en
extracto, se revelan como un excelente recurso para aliviar diferentes
afecciones que afectan a la salud hepática, pero también se muestra como un
excelente tónico digestivo y venoso.
Con fines medicinales se
cosechan los frutos (aquenios) del cardo mariano, que contienen las semillas en
su interior. La cosecha se realiza una vez la planta empieza a secarse, cuando
han madurado los frutos. El principal componente bioquímico del cardo y el más interesante
terapéuticamente es la silymarina, que es una mezcla de flavolignanos, como la
silibina y la silicristina.
Numerosos estudios clínicos han
demostrado la importancia de la silymarina –el principal componente bioquímico
del cardo mariano– como agente hepatoprotector (protege al hígado de agentes externos), por su capacidad
para estimular el efecto desintoxicador de las células hepáticas. Además, puede
incrementar la síntesis de la proteína hepatocytina, con lo que promueve la
regeneración del tejido hepático.
A la capacidad
hepatoprotectora del cardo mariano cabe añadir otras propiedades y
beneficios, como su efecto antiinflamatorio, antialergénico, antioxidante,
astringente –bloquea las secreciones-, venotónico –favorece la circulación
sanguínea–, hemostático –cohíbe y reduce las hemorragias-, diurético, hipoglucemiante –provoca la disminución de la cantidad de glucosa en
sangre- y colagogo –provoca la salida de bilis por la vesícula biliar–Por
contener principios amargos, se muestra como estimulante del apetito y
digestivo.
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