Sin ningún mérito propio del cual sentirse orgullosos, sin ningún
criterio político más o menos autónomo que exportar a la calle y sin
ideas mínimas para diseñar una campaña electoral de alto impacto incluso
en su propia base electoral, la MUD (que ya se dio por vencida desde
hace décadas) decide tirarse sin mayores complejos a los brazos de John
Kelly.
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